Cambiar de estación, supongo, es la mejor opción dadas las circunstancias.
Mi horizonte se está perdiendo, se está difuminando.
Es preferible continuar en la inconsciencia, donde no se sabe en qué lugar, ni en qué momento perdí las razones.
Al volver a casa, la insignificancia era mi sombra, y el odio a los nombres y a las palabras sin transcendencia aumentaba por momentos.
Yo dejaba mi casa; él dejaba mi mundo.
Y al final, se acabará difuminando... Estoy casi segura.
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