Me hubiera gustado ver como el gris se mece en el fondo del mar, porque estoy segura de que es lo que ha ocurrido...
Hoy parezco el paisaje más triste o el humo de los cigarros que han tirado al suelo, aun sin apagar.
El periódico con una mancha de café olvidado en la mesa del rincón.
Siento que soy las lágrimas en la mejilla de una niña que ha perdido su muñeca, y la pelota que se ha colado en un balcón ajeno.
Parece que soy la melodía desafinada del violinista del parque del Triunfo, o incluso una flor a la que el viento ha arrancado sus pétalos.
Me vuelvo pequeña por momentos, y nadie está a mi lado, sabiendo que no quiero que nadie lo esté. Y desaparezco, deseando que nadie me encuentre. Y sé que no puedo ver la ciudad del viento, porque hoy siento vértigo.
Los pájaros no han salido de sus nidos. Ni siquiera los gatos vagan por los tejados. Hoy no ha sido un buen día.
He visto como se muere el tiempo y me deja marcas en mi rostro.
He perdido todos los trenes directos al castillo que construí una vez en el aire. Supongo que el mar tampoco tiene respuestas.
Sólo me queda tambalearme hasta que encuentre algo que me sacie y me diga: “Tú, estás aquí por algo…” La idea de conquistar el mundo si me lo propongo cada vez la veo más inalcanzable.
Y aunque sé que podría llegar a ser una avioneta que recorre el cielo mientras el sol se acuesta, o la sonrisa de un niño o quizás el color que tiene la vida cuando ha merecido la pena devorar los segundos, sin embargo, hoy no, hoy no es un buen día para soñar…
Pero sí que me disfrazaré del viento.

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