BANDA SONORA
Si esto fuese una película, al pronunciar
tú esas palabras, nos miraríamos fijamente
un instante y yo entonces te besaría sin remedio,
con la necesidad de un buzo a su bombona de aire.
La cámara se alejaría de la intimidad de la escena,
en un movimiento elevado de grúa
nos dejaría allí abrazados en la noche,
bajo los árboles y los severos edificios de la Castellana.
Sonaría de fondo una suave música clásica,
el Otoño de Vivaldi, aunque obvio y caduco,
resultaría, en todo caso, de una emoción reconfortante.
Pero es la vida real y la banda sonora
es el claxon del coche de un imbécil, la serenidad
incurable de los charcos más hondos de la acera,
y yo he de tragarme una a una tus palabras
con una débil sonrisa.
Esas palabras que cada vez
me duelen más puestas en los labios de una chica,
brillantes, con un señuelo de trampas para incautos.
“Pero qué majo eres”. Brillantes.
["Siempre nos quedará Casablanca", de David Pérez Vega]
tú esas palabras, nos miraríamos fijamente
un instante y yo entonces te besaría sin remedio,
con la necesidad de un buzo a su bombona de aire.
La cámara se alejaría de la intimidad de la escena,
en un movimiento elevado de grúa
nos dejaría allí abrazados en la noche,
bajo los árboles y los severos edificios de la Castellana.
Sonaría de fondo una suave música clásica,
el Otoño de Vivaldi, aunque obvio y caduco,
resultaría, en todo caso, de una emoción reconfortante.
Pero es la vida real y la banda sonora
es el claxon del coche de un imbécil, la serenidad
incurable de los charcos más hondos de la acera,
y yo he de tragarme una a una tus palabras
con una débil sonrisa.
Esas palabras que cada vez
me duelen más puestas en los labios de una chica,
brillantes, con un señuelo de trampas para incautos.
“Pero qué majo eres”. Brillantes.
["Siempre nos quedará Casablanca", de David Pérez Vega]
El son de Notre Dame.
Muy de mañana despierta a París la canción de Notre Dame.
Redoblan campanas por el Sena gris, suena el son de Notre Dame.
Sus campanas que a veces son truenos, y otras veces parecen cristal.
Y siempre será el alma de la ciudad su canción.
El son de Notre Dame.
Historias.
Jack contó historias a Aliena durante todo el verano.
En un principio, se encontraban ocasionalmente los domingos.
Luego se veían de forma regular en el claro junto a la pequeña cascada. Le habló de Carlomagno y sus compañeros, así como de Guillermo de Orange y los sarracenos.Se sentía identificado con sus historias mientras las contaba. A Aliena le gustaba observar el cambio de expresiones en su rostro juvenil. Se indignaba con la injusticia, le aterraba la traición, le excitaba la bravura de un caballero y se conmovía hasta las lágrimas con una muerte heroica. Al ser sus emociones contagiosas, Aliena también se sentía conmovida. Algunos de los poemas eran demasiado largos para poder recitarlos en una sola tarde y, cuando Jack tenía que contar la historia por partes, siempre se interrumpía en el momento más emocionante, de modo que Aliena pasaba toda la semana preguntándose qué sucedería a continuación.
La joven jamás habló con nadie de aquellos encuentros. No estaba segura del motivo.Acaso fuera porque no esperaba que comprendiesen la fascinación de aquellas historias. Cualquiera que fuese la razón, dejó que la gente creyera que iba a sus habituales vagabundeos en la tarde de domingo. Y Jack hizo lo mismo sin comentarlo ni siquiera con ella. Más adelante, llegaron a un punto en que no podían decírselo a nadie sin que pareciese que confesaban algo de lo que se sentían culpables. De esa manera, y más bien de forma accidental, aquellos encuentros se convirtieron en secretos.
Cierto domingo, para variar Aliena leyó al mozo la Historia de Alejandro. A diferencia de los poemas de Jack, que giraban siempre sobre intrigas cortesanas, política, encarcelamiento y muertes repentinas en batallas, el romance de Aliena se refería tan sólo a asuntos amorosos y a magia. A Jack le atrajeron sobremanera aquellos nuevos elementos en las historias. Y, al domingo siguiente, se embarcó en un romance nuevo, fruto de su propia imaginación.
[Los Pilares de la Tierra]
"Aprender a decir no, con firmeza y dulzura, sin justificarse y sin culpabilidad, permite recobrar el libre albedrío, conquistar una parcela de independencia y crear el propio espacio de libertad.
Así, un "no" en el momento adecuado es una promesa de felicidad."
Así, un "no" en el momento adecuado es una promesa de felicidad."
Oda a Walt Whitman
Por el East River y el Bronx
los muchachos cantaban enseñando sus cinturas.
con la rueda, el aceite, el cuero v el martillo.
Noventa mil mineros sacaban la plata de las rocas
y los niños dibujaban escaleras y perspectivas.
Pero ninguno se dormía,
ninguno quería ser el río,
ninguno amaba las hojas grandes,
ninguno la lengua azul de la playa.
Por el East River y el Queensborough
los muchachos luchaban con la industria,
y los judíos vendían al fauno del río
la rosa de la circuncisión
y el cielo desembocaba por los puentes y los tejados
manadas de bisontes empujadas por el viento.
Pero ninguno se detenía,
ninguno quería ser nube,
ninguno buscaba los helechos
ni la rueda amarilla del tamboril.
Cuando la luna salga
las poleas rodarán para turbar el cielo;
un límite de agujas cercará la memoria
y los ataúdes se llevarán a los que no trabajan.
Nueva York de cieno,
Nueva York de alambres y de muerte.
¿Qué ángel llevas oculto en la mejilla?
¿ Qué voz perfecta dirá las verdades del trigo?
¿ Quién el sueño terrible de tus anémonas manchadas?
Ni un solo momento, viejo hermoso Walt Withman,
he dejado de ver tu barba llena de mariposas,
ni tus hombros de pana gastados por la luna,
ni tus muslos de Apolo virginal,
ni tu voz como una columna de ceniza;
anciano hermoso como la niebla
que gemías igual que un pájaro
con el sexo atravesado por una aguja,
enemigo del sátiro,
enemigo de la vid
y amante de los cuerpos bajo la burda tela.
Ni un sólo momento, hermosura viril
que en montes de carbón, anuncios y ferrocarriles,
soñabas ser un río y dormir como un río
con aquel camarada que pondría en tu pecho
un pequeño dolor de ignorante leopardo.
Ni un solo momento, Adán de sangre, macho.
hombre solo en el mar, viejo hermoso Walt Whitman,
porque por las azoteas,
agrupados en los bares,
saliendo en racimos de las alcantarillas,
temblando entre las piernas de los chauffeurs
o girando en las plataformas del ajenjo,
los maricas, Walt Withman, te soñaban.
¡También ese! ¡También! Y se despeñan
sobre tu barba luminosa y casta,
rubios del norte, negros de la arena,
muchedumbres de gritos y ademanes,
como gatos y como las serpientes,
los maricas, Walt Withman, los maricas
turbios de lágrimas, carne para fusta,
bota o mordisco de los domadores.
¡También ese! ¡También! Dedos teñidos
apuntan a la orilla de tu sueño
cuando el amigo come tu manzana
con un leve sabor de gasolina
y el sol canta por los ombligos
de los muchachos que juegan bajo los puentes.
Pero tú no buscabas los ojos arañados,
ni el pantano oscurísimo donde sumergen a los niños,
ni la saliva helada,
ni las curvas heridas como panza de sapo
que llevan los maricas en coches Y terrazas
mientras la luna los azota por las esquinas del terror.
Tú buscabas un desnudo que fuera como un río,
toro y suelo que junte la rueda con el alga,
padre de tu agonía, camelia de tu muerte,
y gimiera en las llamas de tu ecuador oculto.
Porque es justo que el hombre no busque su deleite
en la selva de sangre de la mañana próxima.
El cielo tiene playas donde evitar la vida
y hay cuerpos que no deben repetirse en la aurora.
Agonía, agonía, sueño, fermento y sueño.
Este es el mundo, amigo, agonía, agonía.
Los muertos se descomponen bajo el reloj de las ciudades,
la guerra pasa llorando con un millón de ratas grises,
los ricos dan a sus queridas
pequeños moribundos iluminados,
y la vida no es noble, ni buena, ni sagrada.
Puede el hombre, si quiere, conducir su deseo
por vena de coral o celeste desnudo.
Mañana los amores serán rocas y el Tiempo
una brisa que viene dormida por las ramas.
Por eso no levanto mi voz, viejo Walt Whitman,
contra el niño que escribe
nombre de niña en su almohada,
ni contra el muchacho que se viste de novia
en la oscuridad del ropero,
ni contra los solitarios de los casinos
que beben con asco el agua de la prostitución,
ni contra los hombres de mirada verde
que aman al hombre y queman sus labios en silencio.
Pero sí contra vosotros, maricas de las ciudades,
de carne tumefacta y pensamiento inmundo,
madres de lodo, arpías, enemigos sin sueño
del Amor que reparte coronas de alegría.
Contra vosotros siempre, que dais a los muchachos
gotas de sucia muerte con amargo veneno.
Contra vosotros siempre,
Faeries de Norteamérica,
Pájaros de La Habana,
Jotos de México,
Sarasas de Cádiz,
Apios de Sevilla,
Cancos de Madrid,
Fioras de Alicante,
Adelaidas de Portugal.
¡Maricas de todo el mundo, asesinos de palomas!
Esclavos de la mujer, perras de sus tocadores,
abiertos en las plazas con fiebre de abanico
o emboscadas en yertos paisajes de cicuta.
¡No haya cuartel! La muerte
mana de vuestros ojos
y agrupa flores grises en la orilla del cieno.
iNo haya cuartel! ¡Alerta!
Que los confundidos, los puros,
los clásicos, los señalados, los suplicantes
os cierren las puertas de la bacanal.
Y tú, bello Walt Whitman, duerme a orillas del Hudson
con la barba hacia el polo y las manos abiertas,
Arcilla blanda o nieve, tu lengua está llamando
camaradas que velen tu gacela sin cuerpo.
Duerme, no queda nada,
Una danza de muros agita las praderas
y América se anega de máquinas y llanto.
Quiero que el aire fuerte de la noche más honda
quite flores y letras del arco donde duermes
y un niño negro anuncie a los blancos del oro
la llegada del reino de la espiga.
[Federico García Lorca]
los muchachos cantaban enseñando sus cinturas.
con la rueda, el aceite, el cuero v el martillo.
Noventa mil mineros sacaban la plata de las rocas
y los niños dibujaban escaleras y perspectivas.
Pero ninguno se dormía,
ninguno quería ser el río,
ninguno amaba las hojas grandes,
ninguno la lengua azul de la playa.
Por el East River y el Queensborough
los muchachos luchaban con la industria,
y los judíos vendían al fauno del río
la rosa de la circuncisión
y el cielo desembocaba por los puentes y los tejados
manadas de bisontes empujadas por el viento.
Pero ninguno se detenía,
ninguno quería ser nube,
ninguno buscaba los helechos
ni la rueda amarilla del tamboril.
Cuando la luna salga
las poleas rodarán para turbar el cielo;
un límite de agujas cercará la memoria
y los ataúdes se llevarán a los que no trabajan.
Nueva York de cieno,
Nueva York de alambres y de muerte.
¿Qué ángel llevas oculto en la mejilla?
¿ Qué voz perfecta dirá las verdades del trigo?
¿ Quién el sueño terrible de tus anémonas manchadas?
Ni un solo momento, viejo hermoso Walt Withman,
he dejado de ver tu barba llena de mariposas,
ni tus hombros de pana gastados por la luna,
ni tus muslos de Apolo virginal,
ni tu voz como una columna de ceniza;
anciano hermoso como la niebla
que gemías igual que un pájaro
con el sexo atravesado por una aguja,
enemigo del sátiro,
enemigo de la vid
y amante de los cuerpos bajo la burda tela.
Ni un sólo momento, hermosura viril
que en montes de carbón, anuncios y ferrocarriles,
soñabas ser un río y dormir como un río
con aquel camarada que pondría en tu pecho
un pequeño dolor de ignorante leopardo.
Ni un solo momento, Adán de sangre, macho.
hombre solo en el mar, viejo hermoso Walt Whitman,
porque por las azoteas,
agrupados en los bares,
saliendo en racimos de las alcantarillas,
temblando entre las piernas de los chauffeurs
o girando en las plataformas del ajenjo,
los maricas, Walt Withman, te soñaban.
¡También ese! ¡También! Y se despeñan
sobre tu barba luminosa y casta,
rubios del norte, negros de la arena,
muchedumbres de gritos y ademanes,
como gatos y como las serpientes,
los maricas, Walt Withman, los maricas
turbios de lágrimas, carne para fusta,
bota o mordisco de los domadores.
¡También ese! ¡También! Dedos teñidos
apuntan a la orilla de tu sueño
cuando el amigo come tu manzana
con un leve sabor de gasolina
y el sol canta por los ombligos
de los muchachos que juegan bajo los puentes.
Pero tú no buscabas los ojos arañados,
ni el pantano oscurísimo donde sumergen a los niños,
ni la saliva helada,
ni las curvas heridas como panza de sapo
que llevan los maricas en coches Y terrazas
mientras la luna los azota por las esquinas del terror.
Tú buscabas un desnudo que fuera como un río,
toro y suelo que junte la rueda con el alga,
padre de tu agonía, camelia de tu muerte,
y gimiera en las llamas de tu ecuador oculto.
Porque es justo que el hombre no busque su deleite
en la selva de sangre de la mañana próxima.
El cielo tiene playas donde evitar la vida
y hay cuerpos que no deben repetirse en la aurora.
Agonía, agonía, sueño, fermento y sueño.
Este es el mundo, amigo, agonía, agonía.
Los muertos se descomponen bajo el reloj de las ciudades,
la guerra pasa llorando con un millón de ratas grises,
los ricos dan a sus queridas
pequeños moribundos iluminados,
y la vida no es noble, ni buena, ni sagrada.
Puede el hombre, si quiere, conducir su deseo
por vena de coral o celeste desnudo.
Mañana los amores serán rocas y el Tiempo
una brisa que viene dormida por las ramas.
Por eso no levanto mi voz, viejo Walt Whitman,
contra el niño que escribe
nombre de niña en su almohada,
ni contra el muchacho que se viste de novia
en la oscuridad del ropero,
ni contra los solitarios de los casinos
que beben con asco el agua de la prostitución,
ni contra los hombres de mirada verde
que aman al hombre y queman sus labios en silencio.
Pero sí contra vosotros, maricas de las ciudades,
de carne tumefacta y pensamiento inmundo,
madres de lodo, arpías, enemigos sin sueño
del Amor que reparte coronas de alegría.
Contra vosotros siempre, que dais a los muchachos
gotas de sucia muerte con amargo veneno.
Contra vosotros siempre,
Faeries de Norteamérica,
Pájaros de La Habana,
Jotos de México,
Sarasas de Cádiz,
Apios de Sevilla,
Cancos de Madrid,
Fioras de Alicante,
Adelaidas de Portugal.
¡Maricas de todo el mundo, asesinos de palomas!
Esclavos de la mujer, perras de sus tocadores,
abiertos en las plazas con fiebre de abanico
o emboscadas en yertos paisajes de cicuta.
¡No haya cuartel! La muerte
mana de vuestros ojos
y agrupa flores grises en la orilla del cieno.
iNo haya cuartel! ¡Alerta!
Que los confundidos, los puros,
los clásicos, los señalados, los suplicantes
os cierren las puertas de la bacanal.
Y tú, bello Walt Whitman, duerme a orillas del Hudson
con la barba hacia el polo y las manos abiertas,
Arcilla blanda o nieve, tu lengua está llamando
camaradas que velen tu gacela sin cuerpo.
Duerme, no queda nada,
Una danza de muros agita las praderas
y América se anega de máquinas y llanto.
Quiero que el aire fuerte de la noche más honda
quite flores y letras del arco donde duermes
y un niño negro anuncie a los blancos del oro
la llegada del reino de la espiga.
[Federico García Lorca]
Conocimientos.
- Mira, allí está Saturno. Saturno es el sexto planeta a partir del Sol. ¿Cuántos satélites de Saturno puedes citar? Son Mimas, Titán, Dione, Hiperión, claro...
- No sabía ni uno solo. Afortunadamente no suelen ser tema de conversación.
- Conocimientos. Sí, tengo un millón de conocimientos en la punta de los dedos.
- Y nada significan, porque nada que valga la pena puede ser entendido con la mente. Todo, todo lo que es verdaderamente valioso tiene que entrar por una abertura distinta... y perdona lo desagradable de la imagen.
- No estoy de acuerdo. ¿Dónde estaríamos sin el pensamiento racional?
- No, no. Yo creo que tu confías demasiado en tu cerebro. Y en mi opinión, el cerebro es el más sobrevalorado de todos los órganos.
[Manhattan]
- No sabía ni uno solo. Afortunadamente no suelen ser tema de conversación.
- Conocimientos. Sí, tengo un millón de conocimientos en la punta de los dedos.
- Y nada significan, porque nada que valga la pena puede ser entendido con la mente. Todo, todo lo que es verdaderamente valioso tiene que entrar por una abertura distinta... y perdona lo desagradable de la imagen.
- No estoy de acuerdo. ¿Dónde estaríamos sin el pensamiento racional?
- No, no. Yo creo que tu confías demasiado en tu cerebro. Y en mi opinión, el cerebro es el más sobrevalorado de todos los órganos.
[Manhattan]
Insomnio.
No sólo es insomnio el no poder dormir.
Insomnio es observar la bandera de Marea colgar de la pared, es ver abierto el cajón de los calcetines, es la mirada penetrante de James Dean mientras mira a la ventana diciendo Sueña como si fueras a vivir para siempre, vive como si fueras a morir hoy.
Insomnio es el rostro de cada fotografía, y los ruidos y momentos que acalló el disparador de la cámara. Es ver la Alhambra minimizada sobre una cartulina. Es gritar, siempre que nadie escuche. Es escuchar una voz española diciendo "parole italiane", es la taza de café con un poco de café de esta tarde. Es la luz del flexo, caliente y cansada del día, es el vuelo del mosquito sediente de ella.
Insomnio es el gruñido del perro, esperando en una de las esquinas de calle Elvira. Es escuchar el caminar del segundero del reloj y oír cómo pasa su vida, es desear se el minutero. Es tener un libro de Bach en las piernas y escribir sobre él, es ver la letra derramada sobre el papel y darle la vuelta. Es observar los lunares a la vista, uno por uno, como si de puntos cardinales se tratara, y vuelta a empezar. Es acordarme del número 21, o de cualquiera, es ver cómo la primavera puede convertirse en el invierno dentro de mí.
Insomnio es buscar el lado frío de la cama y la poesía entre las sábanas.
Insomnio es mirar al infinito sin ver el horizonte.
Insomnio es observar la bandera de Marea colgar de la pared, es ver abierto el cajón de los calcetines, es la mirada penetrante de James Dean mientras mira a la ventana diciendo Sueña como si fueras a vivir para siempre, vive como si fueras a morir hoy.
Insomnio es el rostro de cada fotografía, y los ruidos y momentos que acalló el disparador de la cámara. Es ver la Alhambra minimizada sobre una cartulina. Es gritar, siempre que nadie escuche. Es escuchar una voz española diciendo "parole italiane", es la taza de café con un poco de café de esta tarde. Es la luz del flexo, caliente y cansada del día, es el vuelo del mosquito sediente de ella.
Insomnio es el gruñido del perro, esperando en una de las esquinas de calle Elvira. Es escuchar el caminar del segundero del reloj y oír cómo pasa su vida, es desear se el minutero. Es tener un libro de Bach en las piernas y escribir sobre él, es ver la letra derramada sobre el papel y darle la vuelta. Es observar los lunares a la vista, uno por uno, como si de puntos cardinales se tratara, y vuelta a empezar. Es acordarme del número 21, o de cualquiera, es ver cómo la primavera puede convertirse en el invierno dentro de mí.
Insomnio es buscar el lado frío de la cama y la poesía entre las sábanas.
Insomnio es mirar al infinito sin ver el horizonte.
A la puta que se llevó mis poemas.
"Algunos dicen que debemos eliminar del poema
los remordimientos personales,
permanecer abstractos, hay cierta razón en esto, pero
¡Por Dios!
¡Doce poemas perdidos y no tengo copias!
¡Y también te llevaste mis cuadros, los mejores!
¡Es intolerable!
¿Tratas de joderme como a los demás?
¿Por qué no te llevaste mejor mi dinero? Usualmente
lo sacan de los dormidos y borrachos pantalones enfermos en el rincón
La próxima vez llévate mi brazo izquierdo o un billete de cincuenta,
pero mis poemas no.
No soy Shakespeare
pero puede que algún día ya no escriba más,
abstractos o de los otros;
Siempre habrá dinero y putas y borrachos
hasta que caiga la última bomba,
pero como dijo Dios,
cruzándose de piernas:
"veo que he creado muchos poetas
pero no tanta poesía."
[Charles Bukowski]
los remordimientos personales,
permanecer abstractos, hay cierta razón en esto, pero
¡Por Dios!
¡Doce poemas perdidos y no tengo copias!
¡Y también te llevaste mis cuadros, los mejores!
¡Es intolerable!
¿Tratas de joderme como a los demás?
¿Por qué no te llevaste mejor mi dinero? Usualmente
lo sacan de los dormidos y borrachos pantalones enfermos en el rincón
La próxima vez llévate mi brazo izquierdo o un billete de cincuenta,
pero mis poemas no.
No soy Shakespeare
pero puede que algún día ya no escriba más,
abstractos o de los otros;
Siempre habrá dinero y putas y borrachos
hasta que caiga la última bomba,
pero como dijo Dios,
cruzándose de piernas:
"veo que he creado muchos poetas
pero no tanta poesía."
[Charles Bukowski]
Treinta y uno de Mayo... Quién sabe qué año.
El sol ya estaba ocultándose cuando, entre cerveza y heavy metal, me gustaba imaginar una vida atrás en el tiempo. Pensaba en que si hubiera nacido en los años 50, podría haber vivido los maravillosos 60, 70 y 80, aquellos años que vivió mi padre…
Posiblemente mi voz sonaría distinta con palabras que se están perdiendo, como “magia”, “infinito”, “esencia”, “maravilloso”, "audaz", "libertad" y un largo etcétera, en el sentido más puro y con el tono de voz adecuado.

Y me preguntaba cómo sería mi forma de ver el mundo, mi manera de vestir, mis ambiciones, mis valores… Creo que hubiera disfrutado más llenándome del placer de las cosas pequeñas (en parte, porque no habría podido contar con las distracciones que ofrecen las nuevas tecnologías).
Y me preguntaba cómo sería mi forma de ver el mundo, mi manera de vestir, mis ambiciones, mis valores… Creo que hubiera disfrutado más llenándome del placer de las cosas pequeñas (en parte, porque no habría podido contar con las distracciones que ofrecen las nuevas tecnologías).
A lo mejor pasaría las tardes escribiendo cartas, dibujando garabatos, cantando The Creedence Clearwater Revival o un “Highway to hell” con un inglés siempre inventado (porque entonces, no estaría cansada de ella).
Quizás escucharía a menudo las composiciones del primer Hans Zimmer o al Morricone del Oeste, o leería todas las novelas de Jane Austen y las obras de W. Shakespeare.
Es probable que también matara el tiempo jugando eternas partidas de ajedrez, improvisando bailes rockanroleros en casa y viviendo por las noches las historias de esas películas mudas en blanco y negro donde tocan ragtime.
Quién sabe…
Y aunque es muy posible que no hubiera sabido que, en otros lugares del mundo, Jean Louis de Balzac, Walt Whitman y Clint Eastwood nacieron el mismo día que yo, sé que el último día de Mayo es especial, al menos, para todos los manchegos.
No tan deprisa.
Se acumulan los acordes en las teclas de un piano desafinado, mientras las aceras de cualquier lugar empiezan a tomar el color del invierno. Falta poco para que el sol se rompa junto con las sandalias. Fue en una calle perpendicular a la despedida, y fue cuando, supongo, se reiría...
Creo que no es un fallo del viento que me arrebate las estaciones antes de lo previsto, ni de los meses, ni siquiera del tiempo, que casi siempre es el que acaba mal parado.
La esencia de la vida se aleja, con prisas, como si no llegara a coger el último autobús, como si fuera un hielo que se deshace en una tarde de verano, como si la encerraran en el ayer.
Siente calor después de una siesta, se adormece si mira a un punto fijo en el infinito, o si se encuentra con la mirada apasionada del fuego. A veces se hace unas alas de papel, como quien hace una grulla, para alcanzar su castillo en las nubes, pero otras se tropieza, aunque, hasta ahora, siempre ha conseguido salvarse. La vida abandona la inocencia entre una cerveza y el olor a tabaco, mientras cae, al mismo tiempo, como manzanas maduras del manzano.
Y así la vida pasa: a veces corriendo, a veces demasiado lenta, otras sin pausa siguiendo un ritmo constante.
Pero siempre te susurra aquellos días de Septiembre en el oído, como si siempre le quedara París.
Creo que no es un fallo del viento que me arrebate las estaciones antes de lo previsto, ni de los meses, ni siquiera del tiempo, que casi siempre es el que acaba mal parado.
La esencia de la vida se aleja, con prisas, como si no llegara a coger el último autobús, como si fuera un hielo que se deshace en una tarde de verano, como si la encerraran en el ayer.
Siente calor después de una siesta, se adormece si mira a un punto fijo en el infinito, o si se encuentra con la mirada apasionada del fuego. A veces se hace unas alas de papel, como quien hace una grulla, para alcanzar su castillo en las nubes, pero otras se tropieza, aunque, hasta ahora, siempre ha conseguido salvarse. La vida abandona la inocencia entre una cerveza y el olor a tabaco, mientras cae, al mismo tiempo, como manzanas maduras del manzano.
Y así la vida pasa: a veces corriendo, a veces demasiado lenta, otras sin pausa siguiendo un ritmo constante.
Pero siempre te susurra aquellos días de Septiembre en el oído, como si siempre le quedara París.
Agrietada.

Esas miradas que a veces rasgan, un viernes en estado de espera, como la canción, un vaso medio lleno (o medio vacío) de canciones pasadas.
La ventana guarda ese corazón que nace cuando echas vaho (o valor), saca la noche y deja entrar la mañana, aunque sigo soñando con la luna de Escorpio, encerrada entre constelaciones.
Sorpresas, aunque quizá no tan sorprendentes, que te roban los versos, como ocurre con el sinsentido de nuestra última... ¿caricia? Dejémoslo en roce.
Así aprendes a desligarte de los colores, de la belleza, aunque te escuezan los ojos y las lágrimas sepan a agua de mar pero suavizada.
Creo que nunca he tenido la voz tan quebrada.
Los dedos de la aurora.
Entraban en mi alcoba sin llamar a la puerta,
deshojando en el aire la flor de su perfume.
Los oía arrastrarse, leves, hasta la alfombra.
Trepaban a la cama y luego, entre las sábanas,
me anunciaban el día con sutiles caricias.
[Luis Alberto de Cuenca]
deshojando en el aire la flor de su perfume.
Los oía arrastrarse, leves, hasta la alfombra.
Trepaban a la cama y luego, entre las sábanas,
me anunciaban el día con sutiles caricias.
[Luis Alberto de Cuenca]
Nostalgia otoñal.
Un cosquilleo
desagradable, que aparece cuando menos me lo espero, me despierta para decirme:
"se acabó el invierno". Y tacho el día de cruel e insensible, por
arrebatarme los guantes, las bufandas y el vaho, incluso la lluvia en intervalos.
La primavera pronto
empezará a hacer con los cerezos lo que yo quisiera hacer contigo, mientras mi
sangre se altera, y yo quisiera criarme en tierra de mareas. Sí, porque
"las mareas lo significan todo, lo controlan todo, el humor, las
estaciones, la época de plantar, de pescar, de aparearse... Es primitivo,
relojes biológicos sonando por todas partes", haciendo que parezca un bonito modo de
vivir. Quizás tan solo añore los colores del Otoño.
Querido Marzo, sólo sé
que no quiero que cierres el invierno, ni que te metas en la sala de máquinas
para cambiar los motores que encienden la primavera, mientras suenan canciones
tristes.
La Luna.
"Hay tanta soledad en ese oro.
La luna de las noches no es la luna
que vio el primer Adán. Los largos siglos
de la vigilia humana la han colmado
de antiguo llanto. Mírala. Es tu espejo."
Impresionismo
Claude Debussy
"Recoge impresiones. No tengas prisa por escribir. Porque eso es algo que la música puede puede hacer mejor que la pintura : puede centralizar las variaciones de luz y color con una sola imagen - una verdad generalmente ignorada, como es obvio."
Me dijo que tenía un alma de camaleón.
"Siempre he sido una chica poco común. Mi madre me dijo que tenía un alma camaleón.
Sin brújula moral que apunte hacia el norte, sin personalidad fija.
Sólo una indecisión interior que era tan ancha y tan vacilante como el océano.
Y si te dijera que no tenía intención de que fuera de esta manera, estaría mintiendo. Porque yo había nacido para ser otra mujer.
Yo no pertenecía a nadie, que era de todos, que no tenía nada. Que quería todo.
Con un fuego por cada experiencia y una obsesión por la libertad que me aterrorizó hasta el punto de que ni siquiera podía hablar y me empujó a un punto nómada de locura que tanto me deslumbró y me mareaba.
En la carretera abierta. No teníamos nada que perder, nada que ganar, nada que desee más,
excepto para hacer de nuestras vidas una obra de arte."
I just ride...
Dicen que Júpiter se ríe de los perjurios de amantes.
Mi único enemigo es tu nombre. Tú eres tú, aunque seas un Montesco.
¿Qué es "Montesco"? Ni mano, ni pie, ni brazo, ni cara, ni parte del cuerpo. ¡Ah, ponte otro nombre!
¿Qué tiene un nombre? Lo que llamamos rosa sería tan fragante con cualquier otro nombre.
Si Romeo no se llamase Romeo, conservaría su propia perfección sin ese nombre.
Romeo, quítate el nombre y, a cambio de él, que es parte de ti, ¡tómame entera!
Te tomo la palabra. Llámame "amor" y volveré a bautizarme. Desde hoy nunca más seré Romeo.
¿Quién eres tú, que te ocultas en la noche e irrumpes en mis pensamientos?
Con un nombre no sé decirte quien soy. Mi nombre, santa mía, me es odioso porque es tu enemigo. Si estuviera escrito, rompería el papel.
Mis oídos apenas ha sorbido cien palabras de tu boca y ya te conozco por la voz. ¿No eres Romeo, y además Montesco?
No, bella mía, si uno u otro te disgusta.
Dime, ¿como has llegado hasta aquí y por qué? Las tapias de este huerto son muy altas y, siendo quien eres, el lugar será tu muerte si alguno de los míos te descubre.
Con las alas del amor salté la tapia, pues para el amor no hay barrera de piedra y, como el amor lo que puede siempre intenta, los tuyos nada pueden contra mí.
Si te ven, te matarán.
¡Ah! Más peligro hay en tus ojos que en veinte espadas suyas. Mírame con dulzura y quedo a salvo de su hostilidad.
Por nada del mundo quisiera que te viesen.
Me oculta el manto de la noche y, si no me quieres, que me encuentren: mejor que mi vida acabe por su odio que ver cómo se arrastra sin tu amor.
¿Quién te dijo dónde podías encontrarme?
El amor, que me indujo a preguntar. Él me dio consejo; yo mis ojos le presté. No soy piloto, pero, aunque tú estuvieras lejos, en la orilla más distante de los mares más remotos, zarparía tras un tesoro como tú.
La noche me oculta con su velo; si no, el rubor teñiría mis mejillas por lo que antes me has oído decir. ¡Cuánto me gustaría seguir las reglas, negar lo dicho! Pero, ¡adiós al fingimiento! ¿Me quieres? Sé que dirás que sí y te creeré. Si jurases, podrías ser perjuro: dicen que Júpiter se ríe de los perjurios de amantes. ¡Ah, gentil Romeo! Si me quieres, dímelo de buena fe. O, si crees que soy tan fácil, me pondré áspera y rara, y diré « no » con tal que me enamores, y no más que por ti. Mas confía en mí: demostraré ser más fiel que las que saben fingirse distantes. Reconozco que habría sido más cauta si tú, a escondidas, no hubieras oído mi confesión de amor. Así que, perdóname y no juzgues liviandad esta entrega que la oscuridad de la noche ha descubierto.
Juro por esa luna santa que platea las copas de estos árboles...
Ah, no jures por la luna, esa inconstante que cada mes cambia en su esfera, no sea que tu amor resulte tan variable.
¿Por quién voy a jurar?
No jures; o, si lo haces, jura por tu ser adorable, que es el dios de mi idolatría, y te creeré.
Si el amor de mi pecho...
No jures. Aunque seas mi alegría, no me alegra nuestro acuerdo de esta noche: demasiado brusco, imprudente, repentino, igual que el relámpago, que cesa antes de poder nombrarlo. Amor, buenas noches. Con el aliento del verano, este brote amoroso puede dar bella flor cuando volvamos a vernos. Adiós, buenas noches. Que el dulce descanso se aloje en tu pecho igual que en mi ánimo.
¿Y me dejas tan insatisfecho?
¿Qué satisfacción esperas esta noche?
La de jurarnos nuestro amor.
El mío te lo di sin que lo pidieras; ojalá se pudiese dar otra vez.
Queridos Reyes Magos:
Empieza un año nuevo, ¿por qué no intentar que sea impresionante?
Este año no haré esa larga lista de propósitos de año nuevo ni intentaré empezar de cero.
Prefiero escribiros, esperando que hagáis realidad los deseos que tengo en mi corazón, porque siempre lo habéis hecho, como levantarme cada mañana con una sonrisa, o al menos sonreír ese día por muy amargo que haya sido, ver las cosas de cada día como algo maravilloso, no ser yo la que guíe mi vida enamorarme a largo plazo, que ese amor signifique ir al fin del mundo, ...
Este año no haré esa larga lista de propósitos de año nuevo ni intentaré empezar de cero.
Prefiero escribiros, esperando que hagáis realidad los deseos que tengo en mi corazón, porque siempre lo habéis hecho, como levantarme cada mañana con una sonrisa, o al menos sonreír ese día por muy amargo que haya sido, ver las cosas de cada día como algo maravilloso, no ser yo la que guíe mi vida enamorarme a largo plazo, que ese amor signifique ir al fin del mundo, ...
Queridos Reyes Magos de Oriente, este año os pido lo mismo.
Os pido que pueda ver en cada día ese uno de Enero que hace que todo sea nuevo.
Aunque siendo yo misma, la romántica y soñadora de siempre, con espontaneidad y rebeldía en el cuerpo y un poco de rock en el corazón, con sueños escritos en las estrellas y promesas sin cumplir bajo las piedras, dejando que la esperanza vaya brotando de ellas con el tiempo.
La misma que intenta hacer de su vida un arte.
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