Dudas. Transformación. Realidad. SUEÑOS.
A veces, pretendo descubrir el final de algo con tan solo iniciar el comienzo, para descubrir después que las posibilidades de que el final que deseo o me gustaría que se presentase son remotas, pero posibles… tal vez desvele el cierto desenlace pero, una vez que llegue a él, si he recorrido todo el camino, valoraré el esfuerzo, aunque no sea lo que yo esperaba.
Analizo mi historia como si de algo leído se tratase.
Descubro cosas del pasado, en un lejano futuro entonces. Eso hace que busque en el presente las señales, la esencia de mi ecosistema, mirando el listín de posibilidades, queriendo adelantarme al tiempo que ha de llegar, no equivocarme, asegurarme.
Lo que hace que cada vez esté más insegura o segura de que, como no puedo controlar mi atmósfera, decido intentar no respirar su aire.
Busco el refugio certero, aquel que aunque no sea el que me gusta, que tampoco sea el que no me agrada en nada. ¿Quieres que hable de lo que no hablo? Puede ser que pienses que pienso demasiado. Tal vez. Pero nadie lo hace menos. Lo que ocurre es que he descubierto que estoy cubierta de polvo y ceniza.
No puedo asimilarlo, pasando de recoger lo que por mis fuerzas es imposible: mis problemas, que para colmo, parecen ser existenciales.
Por eso, a veces pienso en salir de esta cárcel de mi cuerpo.
No entiendo por qué divago sobre mi interior, sobre lo que sobre o no sobre. Juegos de palabras.
Busco, sorprendiéndome que he llegado a volver a lo que un día descubría: la escritura automática de los románticos y, tal vez, surrealistas.
Parece un volver a aquello a lo que desemboqué una vez sin saberlo, dando rienda suelta a mis crisis paranoias. Y continúo materializando el pensamiento, encontrando una forma de expresión. Y ojalá supiera mezclar estas letras con algo de pintura.
Quizás este sea mi refugio, porque me saca de mi realidad, endureciendo la capa de mi burbuja y sacando a los demás de ella. Pero es lo único que puedo controlar, lo único que depende de mí.
Dejo que fluya… que las ideas de mi mente mermen en mi ser. Descubrir lo que tal vez llevo dentro de la mano con mi conciencia: mi locura.
Corazón de puñetera romántica. Querer lo imposible o lo dificilísimo. No busco encontrar la búsqueda de los encontradizos, de esos que fuerzan las situaciones para demostrar si se equivocan o se confirman.
No sé, como siempre, qué hago. Las ideas surgen y no las controlo. Sólo las dirijo, y mucho es.
Si así no fuera, una mirada me faltaría, una luz que dirigiera mi visión.
A veces encuentro esa temporal paz, hasta que surge de nuevo otro dilema. ¿Por qué no perdurará esa calma? ¿Por qué no se acabó la película unos días después? Tal vez porque estas líneas tenían que ser escritas, así como las líneas de mi vida hasta ahora.
Se llena el primer recipiente y pienso en un segundo.
No es ninguna intención de provocar, sólo dudas que me invitan a rechazar cualquier tipo de invitación, aunque sea imaginada.
Joder, no logro descubrir la palabra que desea mi ser, esa que de pronunciación nunca se ha oído hablar, esa que de significado no se sabe absolutamente nada.
Puede que sea la que expresa eso que no quiero expresar.
Quizás necesite dormir o un corte de pelo. Siempre he pensado que un corte de pelo te ofrece un cambio, una metamorfosis. Transformación, o al menos, evolución.
Me gustaría revivir lo que adoro haber vivido con mi fuente de inspiración, alentada por el surtidor de degustar verdadero amor hacia alguien, y siento verdadera aversión por no haber visto correspondido aquello en lo que puse toda mi esperanza, toda mi vida. ¿A cuento de qué? ¿Por qué intento abrir la puerta de nuevo? Siempre viene con ese fantasma que te tortura en brazos.
¿Esperanza? Ya no, porque siempre se me viene a la mente aquel “se acabó”. Quizás sea lo que más recuerdo de la despedida. Creo que me ciega. Y cuando algo acaba, pienso en cómo empezó… un dolor agradable, después de todo.
Pasó. Y no puedo permitir a mi corazón que tu nombre aparezca en cada coche, en cada cartel. Y sin embargo es lo que mi corazón más anhela.
Y derramo lágrimas invisibles, porque por ti he abierto esa mirilla que deja que el exterior penetre en mí sin filtro, que deja que salga algo de mí, aunque con el temor de que no guste.
Decido acostarme. Han desaparecido los puntos y aparte en mis dudas. Busco la esencia. Penetrar en una eterna aventura, sin ataduras. E incluso llegar a ver y vivir con el amor que nunca he sentido.
QUIERO VOLVER A SOÑAR...

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