...OTRA VEZ...


Seguramente soy la mejor destrozando senderos.
Quizás sea una de las que pueden retratar silencios imposibles capaces de desgarrar el alma.
Pero sin duda, lo que realmente se me da bien es lanzarme desde las nubes sin paracaídas.
Pentagramas en el cielo, una clave de sol.
Un sitio perfecto para los pensamientos que surcan mi mente a deshora.
Miles de notas disfrazadas de colores que bailan alrededor del compás. Siguiendo un mismo ritmo.
Haciendo irrepetible un segundo en el tiempo.
Y yo mientras tanto, adentrada en un mar de apuntes, letras, el humo que desprende mi cigarro cada hora y media y una taza de café cada mañana, me teletransporto a paraísos exóticos con tan sólo parpadear.
A veces algún garabato se cuela en mis apuntes. Un silencio de negra y una partitura de Yann Tiersen pretenden llamar mi atención.
No consigo dibujar tus pupilas, y sé que la sonrisa que hay en ellas está escondida.
¿Te cuento un secreto? Esa sonrisa la guardé una vez en mi corazón. Está congelada.
Cuenta 21 unas... 25 veces. Lo sabrás.
Ya no puedo jugar a ser invisible. Algo de Hans Zimmer al fondo.
Si pudiera quitarte el reloj del tiempo, quizás podrías comprender que los mejores momentos están en las afueras de cualquier minuto, y que los segundos se pueden contar hacia atrás.

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