Corazón oxidado.

Esperando, como en un desierto, esperando que llegue algo bueno. Y me suelo preguntar: ¿qué espero? Las mariposas de mi estómago ansían alzar sus alas y empezar a volar, porque yo falté a mi promesa. Tengo un tejado esperando la noche y a que me tumbe a mirar las constelaciones del cielo.
Y por más que mis costillas intenten proteger mi "corazón oxidado", me siguen clavando los mismos puñales, y los mismos ojos. Pero mis ganas de ser feliz aún no han perecido. 
Es como si la nostalgia se sumergiera en un nenúfar de Monet, pero en sepia.
Y mis segundos se consumen como un cigarro, mientras arranco Julio del calendario (aunque no haya terminado), sabiendo lo que me espera en Agosto.

Inevitable.

Jaque al descubierto… y, casualmente, mate.

- Su ventaja: mi herida. Mi ventaja: su furia.
Ataque recibido: feroz, pero experimentado.
Aprovechar su ímpetu para contraatacar.
- Vamos. ¿De veras cree que es el único que sabe jugar a esto?
Inmovilizar brazo. Ir a por punto débil. Seguir con un derechazo.
- ¡Oh! Ahí tenemos al campeón de boxeo de Cambridge. 

- Hábiles, pero predecibles. Bien, permítame responder.
- Arsenal agotándose. Ajustar estrategia.
- La herida le está pasando factura.
- Como me temía, la herida hace insostenible la defensa.
Pronóstico: cada vez más negativo.
- No nos hagamos perder más el tiempo. Los dos sabemos cómo acaba esto.
- Conclusión: inevitable. A menos que…


Con muy pocas palabras podría contarse el resto de la historia.
Todos los intentos por recuperar los cuerpos fueron en vano.
Y allí, en el fondo de esas terribles y turbulentas aguas arremolinadas y espuma enfurecida, yacerán por siempre el criminal más peligroso y el defensor de la ley más importante de su generación.
Siempre le recordaré como el mejor y el más sabio de los hombres que haya conocido jamás.

FIN ?