Anoche soné que volvía a Manderley...


"Anoche soñé que volvía a Manderley, me encontraba ante la verja pero no podía entrar,porque el camino estaba cerrado. Entonces, como todos los que sueñan, me sentí poseída de un poder sobrenatural y atrevesé como un espíritu la barrera que se alzaba ante mí. 
El camino iba serpenteando, retorcido y tortuoso como siempre... pero a medida que avanzaba, me di cuenta del cambio que se había operado; la naturaleza había vuelto a lo que fué suyo y poco a poco se había posesionado del camino con sus tenaces dedos. 
El pobre hilillo que había sido nuestro camino avanzaba y finalmente allí, estaba Manderley. Manderley reservado y silencioso. El tiempo no había podido desfigurar la perfecta simetría de sus muros.

La luz de la luna puede jugar con la imginación. De pronto me pareció ver luz en las ventanas... Pero una nube cubrió de repente la luna y se detuvo un instante, como una mano sombría escondiendo un rostro. La ilusión se fué con ella y las luces de las ventanas se extinguieron. 

Veía un caserón desolado, sin que el menor murmullo del pasado rozara sus imponentes muros. Nunca podremos volver a Manderley, ésto es seguro. 
Pero algunas veces, en mi sueños, vuelvo allí, a los extraño días de mi vida, que para mí empezaron en el sur de Francia..."

When dreaming ends...


"One day I'll fly away, leave all this to yesterday... Why live life from dream to dream, and dread the day when dreaming ends?"
Cuerdas vocales cerradas, por encarcelamiento de nudos.

Sueños.

Un ejército de sueños blancos y rojos galopa por el cielo, invisible y misterioso.
Las nubes y el viento van pasando y ordeno en ellos mis susurros y lamentos.
Son susurros de amor puro y lamentos de frío y soledad.

Y yo me quedo estacionado con mi cuerpo en estas sierras de nieves y de lumbres.
Mas mis sueños van contigo, viento fresco y nube algodonada.
Llevadme con vosotros a tierras agrietadas y a corazones de amor desatendidos.

Llevadme con vosotros a corazones de amor desatendidos
que quiero repartir en esos corazones este amor de invierno que me abrasa.
Y quiero dar mi luz a esos ojos cegados por la escarcha y el olvido.

Para la vuelta no os preocupéis amigo viento y nube blanca;
andaré solitario por veredas en la noche solitaria.
Comeré en cualquier camino frutos de sueños y hojas invisibles
y cualquier día volveré a ver pasar por mis sierras
con la lluvia, con la nube y con el viento
a mi ejército de sueños, aún errantes.  



[M. Chinato]

Esta vez, de verdad...


En este momento, la perfección adquiere otro nombre, un nombre de ciudad, donde engorda sobre el empedrado, se extiende por los muros y me coge por las caderas mientras me invita a bailar...

Es el instante en el que Granada se ha convertido en uno de mis grandes amores. Granada y yo. Yo y Granada. Suena bien. Y puedo decir: “estoy saliendo con Granada”.

Los ruidos de la mañana me maquillan la cara, y me siento más elegante cuando me miro en sus espejos. Los colores rodean cada paso que doy y cada objeto que miro. Hay colores en todos lados. Unos acordes empiezan a sonar… sus acordes, dueños de mis días y compositores de mis noches. Y sus cuerdas vocales tiemblan en mi garganta como si de las mías se tratara.

Una mezcla me hace querer continuar este viaje, donde las guitarras se escuchan a los pies de la Alhambra, donde las cervezas son diurnas y el rock está incrustado en el pecho. Donde  las canciones no tienen nombre y los mensajes recorren las paredes. Donde la poesía inaplazable reside en las paradas de autobús. Donde los hombres embellecen las aceras, y las mujeres el resto. Todo está allí…

La magia de Granada, que aleja a cualquiera de cualquier parte del mundo a otro universo. Yo lo he visto.
Sólo ví la docilidad del río, para saber que quería quedarme. Comprendí aquel acento nativo y supe (ya antes de venir aquí) que este es mi sitio.

8 de Marzo. Un día para recordar.


Si te describo la forma en qué descifraba los jeroglíficos y, en ocasiones, los mensajes en código Morse. Como se puede interpretar las mañanas o un sol callado e inocente.

O cómo llegó a pesar en mis oídos las palabras que llegaban de los labios de aquél hombre: “pruébate”.  

Te lo diré: guardando los sonidos y colores que ella dejó un día, hace mucho tiempo, en mi ventana, observando su forma, su brillo, sus teclas y el “click” que se oía cuando se pulsaban.

Dejando un viaje al aire sólo de ida en el interior de la plata. Y viendo la luz a través de los agujeros, permitiendo su metamorfosis.

Y ahora, me encuentro buscando, al este y al oeste. Esperando.

Ya no está.  Y estoy echa polvo.