Mi voz buscaba el viento...
BANDA SONORA
Si esto fuese una película, al pronunciar
tú esas palabras, nos miraríamos fijamente
un instante y yo entonces te besaría sin remedio,
con la necesidad de un buzo a su bombona de aire.
La cámara se alejaría de la intimidad de la escena,
en un movimiento elevado de grúa
nos dejaría allí abrazados en la noche,
bajo los árboles y los severos edificios de la Castellana.
Sonaría de fondo una suave música clásica,
el Otoño de Vivaldi, aunque obvio y caduco,
resultaría, en todo caso, de una emoción reconfortante.
Pero es la vida real y la banda sonora
es el claxon del coche de un imbécil, la serenidad
incurable de los charcos más hondos de la acera,
y yo he de tragarme una a una tus palabras
con una débil sonrisa.
Esas palabras que cada vez
me duelen más puestas en los labios de una chica,
brillantes, con un señuelo de trampas para incautos.
“Pero qué majo eres”. Brillantes.
["Siempre nos quedará Casablanca", de David Pérez Vega]
tú esas palabras, nos miraríamos fijamente
un instante y yo entonces te besaría sin remedio,
con la necesidad de un buzo a su bombona de aire.
La cámara se alejaría de la intimidad de la escena,
en un movimiento elevado de grúa
nos dejaría allí abrazados en la noche,
bajo los árboles y los severos edificios de la Castellana.
Sonaría de fondo una suave música clásica,
el Otoño de Vivaldi, aunque obvio y caduco,
resultaría, en todo caso, de una emoción reconfortante.
Pero es la vida real y la banda sonora
es el claxon del coche de un imbécil, la serenidad
incurable de los charcos más hondos de la acera,
y yo he de tragarme una a una tus palabras
con una débil sonrisa.
Esas palabras que cada vez
me duelen más puestas en los labios de una chica,
brillantes, con un señuelo de trampas para incautos.
“Pero qué majo eres”. Brillantes.
["Siempre nos quedará Casablanca", de David Pérez Vega]
El son de Notre Dame.
Muy de mañana despierta a París la canción de Notre Dame.
Redoblan campanas por el Sena gris, suena el son de Notre Dame.
Sus campanas que a veces son truenos, y otras veces parecen cristal.
Y siempre será el alma de la ciudad su canción.
El son de Notre Dame.
Historias.
Jack contó historias a Aliena durante todo el verano.
En un principio, se encontraban ocasionalmente los domingos.
Luego se veían de forma regular en el claro junto a la pequeña cascada. Le habló de Carlomagno y sus compañeros, así como de Guillermo de Orange y los sarracenos.Se sentía identificado con sus historias mientras las contaba. A Aliena le gustaba observar el cambio de expresiones en su rostro juvenil. Se indignaba con la injusticia, le aterraba la traición, le excitaba la bravura de un caballero y se conmovía hasta las lágrimas con una muerte heroica. Al ser sus emociones contagiosas, Aliena también se sentía conmovida. Algunos de los poemas eran demasiado largos para poder recitarlos en una sola tarde y, cuando Jack tenía que contar la historia por partes, siempre se interrumpía en el momento más emocionante, de modo que Aliena pasaba toda la semana preguntándose qué sucedería a continuación.
La joven jamás habló con nadie de aquellos encuentros. No estaba segura del motivo.Acaso fuera porque no esperaba que comprendiesen la fascinación de aquellas historias. Cualquiera que fuese la razón, dejó que la gente creyera que iba a sus habituales vagabundeos en la tarde de domingo. Y Jack hizo lo mismo sin comentarlo ni siquiera con ella. Más adelante, llegaron a un punto en que no podían decírselo a nadie sin que pareciese que confesaban algo de lo que se sentían culpables. De esa manera, y más bien de forma accidental, aquellos encuentros se convirtieron en secretos.
Cierto domingo, para variar Aliena leyó al mozo la Historia de Alejandro. A diferencia de los poemas de Jack, que giraban siempre sobre intrigas cortesanas, política, encarcelamiento y muertes repentinas en batallas, el romance de Aliena se refería tan sólo a asuntos amorosos y a magia. A Jack le atrajeron sobremanera aquellos nuevos elementos en las historias. Y, al domingo siguiente, se embarcó en un romance nuevo, fruto de su propia imaginación.
[Los Pilares de la Tierra]
"Aprender a decir no, con firmeza y dulzura, sin justificarse y sin culpabilidad, permite recobrar el libre albedrío, conquistar una parcela de independencia y crear el propio espacio de libertad.
Así, un "no" en el momento adecuado es una promesa de felicidad."
Así, un "no" en el momento adecuado es una promesa de felicidad."
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